Los rápidos avances tecnológicos alimentaron la proliferación de sistemas de alta tecnología en autos de lujo, y esa tecnología se ha ido trasvasando rápidamente a los vehículos de consumo masivo.
El corazón de la mayoría de los automóviles sigue siendo tan agresivamente análogo como lo era un siglo atrás, un ecosistema mecánico en miniatura alimentado a petróleo y propulsado por pistones. Pero así como la tecnología digital transformó el mundo alrededor nuestro en pocas décadas, la experiencia de manejo está siendo comandada, cada vez, más por dispositivos electrónicos.
"Cuando observas lo rápido que la electrónica y el poder de cómputo avanzaron, reconoces en ellos a los disparadores", dice Jim Buczkowski, director de Ingeniería global de sistemas electrónicos y eléctricos de Ford. "La miniaturización de componentes y la capacidad creciente de cálculo han llevado a contar no solamente con más posibilidades de entretenimiento sino también con más características de seguridad, como son los sistemas de advertencia de colisiones".
Los vehículos de alta gama, en particular, son bancos de ensayo rodantes de la industria, donde los fabricantes miden el interés del cliente por determinada funcionalidad, ya sea ésta una alarma sonora que te avisa si sales de tu carril o una computadora de a bordo que reconoce tu voz. Puede tomar años, a veces décadas, resolver las dificultades tecnológicas que estos sistemas plantean y que los costos de los componentes desciendan lo suficiente para llegar al mercado masivo. Pero ese período de distinguida exclusividad se está reduciendo y las, alguna vez, exóticas características están cambiando en pocos años nuestra manera de conducir. He aquí funciones que hoy son opcionales pero van camino a la masificación.
